23.2.08

CARTAS ABIERTAS DESDE JERUSALEN
Seguimos compartiendo las crónicas que llegan de la peregrinación en Tierra Santa:
Estimados todos:
Nos alojamos en un hotel dentro del barrio cristiano de la ciudad vieja. Esto significa que estábamos dentro de las murallas que uno ve en las fotos de Jerusalén, dentro de un sinfín de callejuelas empedradas colmadas de gente, comercios y lugares santos de las distintas religiones. La ciudad vieja tiene, aproximadamente, 4 kilómetros cuadrados divididos en barrios armenio, musulmán, judío y cristiano. Dentro de esta ciudadela, estábamos a menos de 5 minutos caminando del santo Sepulcro.
Luego de un paseo general por los distintos barrios, el Muro de los Lamentos y la Mezquita de Omar, nos dispusimos a rezar el Vía Crucis siguiendo la Vía Dolorosa. Fue una decisión fuerte ya que todo el día estuvo marcado por un frío impresionante y lluvia. Lo emprendimos con mucho frio pero con muchísima fe y fervor. Cantamos y oramos a lo largo de las distintas estaciones que terminan en el Santo sepulcro. Es casi imposible describir la Iglesia en la que se encuentran el Calvario, la piedra de la unción (en la que ungieron el cuerpo de Jesús para la sepultura) y el sepulcro. Conviven monjes etipoes, ortodoxos griegos, armenios y franciscanos. Cuando llegamos había mucha gente haciendo cola para entrar a la tumba de Jesús. Nosotros no nos apresuramos, celebramos la Misa en la capilla que pertenece a los franciscanos. Nosotros conseguimos permiso para que un grupo de 15 personas pudiésemos, desde ese momento (las 5 de a tarde) hasta las 6 de la mañana del día siguiente, quedarnos toda la noche… ¡Noche de oración, de dolor, de gozo, de tantas sensaciones y gracias recibidas! . Nos distribuimos el tiempo para poder estar todos un tiempo solos dentro de la tumba. ¿Qué se puede decir de ese momento? ¡Solos ante la piedra en la que estuvo el cuerpo de Jesus, solos ante la piedra que vieron Juan y Pedro y creyeron… tiempo para venerarla, besarla… apoyar el rostro y no saber qué más hacer para manifestar el amor al Señor resucitado y dejar que el suave perfume de su resurrección impregne el alma! La oración brota sola y no es de pedido ni de acción de gracias… y todo junto, uno se vuelve oración y quiere transformase en ofrenda agradable. Nuestro MENSAJE brota del misterio contemplado en esta piedra. Si Cristo no hubiera resucitado, vana sería nuestra fe. Allí pedimos que podamos apropiarnos de este mensaje, para poder transmitirlo con nuestra vida. ¡El Señor está vivo y ha resucitado! Está entre nosotros. Y nosotros en la SSJ lo hemos visto y oído.

Pensamos que después del santo Sepulcro iba a ser difícil mantener la tensión espiritual del grupo. Pero nunca el Señor se dejó ganar en generosidad, tampoco ahora. Algunos momentos especiales: en Gallicantu (haciendo referencia a las negaciones de Pedro) llegamos temprano, no había nadie y la iglesia tiene una belleza especial. Dedicada a un momento tan dramático en la amistad más sagrada entre Pedro y Jesús. Minutos de silencio, unas breves palabras y un recogimiento fruto del Espíritu se apodero del grupo. Seguimos la visita por otros sectores de la iglesia en la que se preservan parte de la casa de Caifás y la prisión donde seguramente Jesús pasó el jueves por la noche. Descendimos a ese calabozo oscuro y pequeño, bajando algunas escaleras de piedra, con un agujero por el que descendían a los presos descolgándolos con una cuerda. Todo piedra, sólo un atril en el medio en el que estaba el salmo 88. En un lugar donde entrarían 15 personas nos amontonamos los 39, proclamamos ese salmo en medio de sollozos y silencios cortantes. Compartimos un mínimo de la angustia de Jesús.
Otro momento lleno de fe fue la Misa en el cenaculino. Capilla de los franciscanos pegada al Cenáculo. No sólo celebramos sino que todos experimentamos la intimidad y la cercanía del Señor. Golpe de fe para todos, el Señor se quedó en la Eucaristía! El Señor nos hizo sus amigos! El Señor instituyó el sacerdocio para que todo esto perdurara de manera viva en el tiempo! Gracias Señor!.
Última noche en Jerusalén. Hora Santa en la Iglesia de la agonía, en el huerto de Getsemaní. Lo visitamos durante el dia para ya conocerlo y sacar las fotos correspondientes, pero volvimos por la noche para orar. Estuvimos nosotros solos. Comenzamos orando en el huerto mismo y continuamos dentro en la capilla frente al Santísimo Sacramento: oración, cantos, tantum ergo, incienso, silencio, la piedra del huerto, toda la capilla con un color azulado y luces tenues. El P.Christian predicando y el obispo confesando. La gracia que pedimos fue la transformación de nuestra voluntad para querer siempre lo que el Señor quiera. Aquí estamos Señor.
Pedimos que nadie saque tierra o ramas de olivo. Llegamos y el obispo abrió rápidamente una puertita, se metió en el huerto, sacó bolsa del bolsillo y la cargo con tierra de Getsemaní. A partir de ahí todos salimos con ramos y tierra de ese lugar tan bendito.
Llegamos al hotel muy cansados por todo el dia y la noche de oración teniendo que levantarnos my temprano al dia siguiente para partir hacia Betania y emprender camino hacia Egipto con noche en un kibutz de por medio. Pero no terminaría así. Nos avisaron que esa noche el santo sepulcro permanecería abierto toda la noche con oficios para los catolicos y misa.¡Cómo irnos de Jerusalen sin pasar por ultima vez a impregnar el corazón del arma de la resurrección! Avisamos a todos y dimos las buenas noches. Pero fue muy gratifícate encontrar a más de uno que se había ido pasada la medianoche a recibir ese último toque de gracia.
Respecto a la comunidad de peregrinos se va fortaleciendo día a día: el comentario común en la evaluación de la etapa de “Tierra Santa” realizada en el Kibutz fue: mis expectativas fueron superadas ampliamente. Una de las personas dijo una frase que refleja el sentimiento de muchos de los peregrinos: conocer los misterios de Cristo me ayudó a conocerme más a mí mismo. En esta frase está sintetizado el espíritu de esta peregrinación y la misión que como Sociedad San Juan tenemos aquí: hacer que todas las personas visitando los lugares santos, orando en ellos, puedan configurarse con Cristo en Nazaereth, en Belén, en Getsemaní y en el Calvario para que de algún modo estos misterios iluminen su vida.

Tierra Santa, forja testigos.
En el próximo capítulo, imperdible subida al Sinaí.
Saludos para todos, P.José, P.Christian-

1 comentario:

Anónimo dijo...

Testigos, es así! El que ve, el que oye...ese es testigo. Como el discípulo amado que vio y creyó, como el ciego del evangelio de este domingo que vio y creyó que JEsús es el Mesías y aquellos que veían, terminaron enceguecidos incapaces de reconocer a Dios.
Que podamos ser como San Juan, testigos de la divinidad y señorío de Cristo. "El que vio esto lo atestigua, su testimonio es verdadero y él sabe que dice la verdad...para que uds crean"