28.3.10

Semana Santa… ¿Y?


Un día me encontré con uno de esos adolescentes con ganas de discutir que me cuestionaba: "¿Qué es esta semana? ¿Por qué una semana es Santa y las otras no? ¿Acaso no está Dios los 365 días del año con nosotros? ¿No es cada instante sagrado?"

Para responder a estos cuestionamientos hay que hacer una distinción. Primero decir que sí, que Dios está siempre y que por ello cada momento es entre comillas sagrado si se vive en su presencia. Pero llamamos a esta semana santa no porque las otras no nos santifiquen sino porque ésta semana es por antonomasia (por excelencia y por sobre todas las demás) santa. Del mismo modo que Jesús está en todos lados, pero de un modo eminente en el Santísimo Sacramento, así cada día es santo, pero esta semana lo es por sobre las demás. Por tanto la oponer una cosa con la otra no sirve para entender la Semana Santa.

Aún podríamos inquirir: ¿Y qué hace que esta semana goce de ese privilegio de ser santa? Goza de ese título porque es la Pascua del Señor, es decir la muerte y resurrección de Jesús. Es la conmemoración de los hechos que nos dan nueva vida. Conmemoración no es lo mismo que memoria. Memoria es recuerdo de algo pasado y como pasado sepultado en el recuerdo sin posibilidad de salida al presente. El pasado está muerto en el almanaque, cobra vida sólo en la mente de la persona que recuerda. En cambio la conmemoración es un "hacer presente realmente" y no sólo con un recuerdo. Así lo que vivimos en esta Semana Santa es REAL, pasa realmente, no es cuento, no es verso, no es imaginación. Es realidad, tan real como la pantalla de la cual lees estas líneas. No es otra muerte y otra resurrección, sino la misma que se hace presente por el poder del Espíritu Santo.

Nuestro contestatario amigo del que hablábamos en el comienzo podría decir desafiante "¿Y, con eso qué cambia?" Con eso cambia que lo que en virtud del tiempo transcurrido nos era inaccesible, ya que ninguno de nosotros estuvo en el Gólgota ni acompañó a las mujeres a la tumba, se nos hace accesible. Es decir podemos estar en el Gólgota y a la puerta de la tumba. ¿Y? Y que ésta es la semana que penetra en el misterio de la salvación de todos los hombres, y que entramos en el centro de la historia de la humanidad donde se juega el destino de todos los hombres y mujeres de todas las épocas, y que ni la inexistente máquina del tiempo ni ningún otro recurso de la ciencia moderna que tanto nos fascina y deslumbra puede hacer nada ni por asomo algo similar a lo que Dios hace. Porque Dios no solo es fabuloso en su salvación, sino asombroso en idear un modo para que vos y yo no nos perdamos del único evento que no pasa, del único evento que transcurrido no ha sido fagocitado por el paso del tiempo, para que vos y yo podamos aprender que hay algo Santo en esta tierra, y que eso es el hombre-Dios colgando de una cruz, desnudo y desangrado, el mismo que glorioso ven los ángeles de Dios y persiguen las mujeres en el huerto de madrugada. El mismo Cristo que cruza los tiempos, que cruza los siglos, y en cada semana santa te invita a estar de lejos en el Calvario, a besar sus santas llagas y a aprender lo que le costó a él todo nuestro pecado. ¿Y? Y que no basta con ser piadoso y creer estas cosas, hace falta que nos conmuevan por cercanía con ellas, y que si te acercas al fuego de esta Semana Santa tenés que transformarte en testigo, que tenés que dejar el pecado y el dobles, la falsedad y la mentira, y dejar todo por el Dios que da la vida para que la tengamos en abundancia.

Por eso a la pregunta "¿Y, qué hay de nuevo con la Semana Santa?" tendríamos que decir que no hay nada de nuevo, lo que hay tiene todo que ver con lo eterno, lo imperecedero, lo divino.

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