General Savio pide a gritos que le anuncien a Cristo...cuando la pobreza y el olvido social se conjugan con las adicciones y la falta de esperanza, las necesidades espirituales aparecen con una fuerza devoradora. 900 personas estaban desde hacía mas de 10 años sin la compañía de la iglesia católica. Y si bien los comienzos fueron luchados, es muy alentador ver cómo hoy en día muchas personas nos esperan los sábados para charlar y rezar juntos; cambian sus horarios, organizan sus vidas en torno a la posibilidad de que el sábado los visite un misionero.
En lo personal, al principio me daba mucho dolor encontrarme con una realidad tan cruda. Pero entonces entendí que tenía entre manos la posibilidad de hacer algo por esa gente, de hacer lo mas importante que alguien pudiera hacer por ellos: compartir la Fe, invitarlos a volver a Cristo, acompañarlos en el redescubrir la dignidad de ser hijos de Dios.
Hoy en día, la villa sigue siendo acechada por la marginalidad, el desamparo, la indigencia... pero ya ha comenzado a brillar una nueva luz... ya hay gente que quiere darle un lugar en su vida a Jesús... hay vidas que están cambiando, de a poco, para siempre. Hombres que dejan de tomar, gente que aprende a rezar el rosario, personas que aprender a leer la Biblia. La última vez que estuve en la villa hicimos meditación de la palabra con un hombre; por un rato si quiera, toda la tensión en la vida de este señor cedió lugar a la presencia de Dios, a su paz y a su contención. Vivir momentos así, no tiene precio! Ser testigo de cómo Jesús comienza a obrar no se puede explicar con palabras. He comenzado a ver como la gente se anima a “beber del agua viva” y yo mismo bebo con ellos, alimentado en el ser testigo del obrar de Dios. Agradezco al cielo haber sido enviado a algo tan grande. En General Savio puedo presenciar cada sábado el milagro que significa que Cristo sea TODO en medio de tanta necesidad.
Gonzalo Rodríguez
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